Por:
Idolkis Arguelles Berdión
Si le preguntaran si en Cuba existe equidad de
derechos para hombres y mujeres de seguro la respuesta sería un sí rotundo;
pero, dicho axioma, ¿se cumplirá hacia
el interior de nuestras casas y mentes?
Es evidente que cuando corre el siglo XXI,
no solo la
Revolución Cubana consiguió romper las ataduras de la
desigualdad entre hombres y mujeres a escala social, brindándoles a estas
oportunidades de plena integración, sino que encaró una verdadera lucha por su
emancipación, ofreciéndole facilidades para el cuidado de lo hijos, alternativas
para la superación y desarrollo integral; sin embargo, todavía pesa el lastre
de una sociedad machista, patriarcal, donde a veces se discrimina y hasta se
violenta a la mujer.
A pesar
de que no en todos los casos el asunto se manifiesta en igual grado, los roles
asignados a los sexos continúan invariables y preestablecidos, donde el hombre
destaca como proveedor económico y la mujer permanece relegada al ámbito
doméstico, ocupada además en el cuidado de los niños, los ancianos y enfermos.
Desde tempranas
edades se establece una diferencia entre sexos, las niñas juegan con muñecas,
al lavado, al planchado o a la limpieza, siempre dentro de la casa, mientras
los niños juegan a los carritos, a la carpintería, se les premia por demostrar
fuerza física y cualidades para el amor, si es fuera de casa, mucho mejor.
¡¿Qué
decir de las accesiones de hombre y mujer en nuestro diccionario de la Lengua Española?!
No
pretendo hacer una disertación de los términos utilizados para definir uno u
otro, pero sí le invito a que revise y por sí solo o sola lo descubrirá; un
verdadero atropello a la integridad moral de las mujeres.
En más
de una ocasión ha quedado demostrado que el sexo no constituye referencia
lícita hacia el desempeño de un oficio sobre otro, echando a tierra el obsoleto
binomio de sexo fuerte versus sexo débil; y que lo que algunos consideran
absoluto es totalmente relativo.
Lo
cierto es que la equidad entre hombres y mujeres no puede registrar a medias
los derechos, de ahí la necesidad de que tanto ellas como ellos asuman la
responsabilidad de hacer de la igualdad una práctica consciente.
En
ningún caso será permisible la discriminación o el maltrato de hombres sobre
mujeres, es preciso educar para la correspondencia genuina, creando
lazos hacia el consenso. Poseemos la misma
predisposición para explotar las capacidades intelectuales y emocionales, por
lo que se impone cambiar mentalidades que conduzcan a la reinterpretación de la
realidad actualmente estructurada, y al alcance, definitivas y verdaderas, de
la plena igualdad entre mujeres y hombres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario