domingo, 2 de noviembre de 2014

Se precisa cambiar mentalidades que conduzcan a la plena igualdad entre mujeres y hombres





Por: Idolkis Arguelles Berdión              


Si le preguntaran si en Cuba existe equidad de derechos para hombres y mujeres de seguro la respuesta sería un sí rotundo; pero, dicho axioma, ¿se cumplirá  hacia el interior de nuestras casas y mentes?
Es evidente que cuando corre el siglo XXI, no solo la Revolución Cubana consiguió romper las ataduras de la desigualdad entre hombres y mujeres a escala social, brindándoles a estas oportunidades de plena integración, sino que encaró una verdadera lucha por su emancipación, ofreciéndole facilidades para el cuidado de lo hijos, alternativas para la superación y desarrollo integral; sin embargo, todavía pesa el lastre de una sociedad machista, patriarcal, donde a veces se discrimina y hasta se violenta a la mujer.
A pesar de que no en todos los casos el asunto se manifiesta en igual grado, los roles asignados a los sexos continúan invariables y preestablecidos, donde el hombre destaca como proveedor económico y la mujer permanece relegada al ámbito doméstico, ocupada además en el cuidado de los niños, los ancianos y enfermos.
Desde tempranas edades se establece una diferencia entre sexos, las niñas juegan con muñecas, al lavado, al planchado o a la limpieza, siempre dentro de la casa, mientras los niños juegan a los carritos, a la carpintería, se les premia por demostrar fuerza física y cualidades para el amor, si es fuera de casa, mucho mejor.
¡¿Qué decir de las accesiones de hombre y mujer en nuestro diccionario de la Lengua Española?!
No pretendo hacer una disertación de los términos utilizados para definir uno u otro, pero sí le invito a que revise y por sí solo o sola lo descubrirá; un verdadero atropello a la integridad moral de las mujeres.  
En más de una ocasión ha quedado demostrado que el sexo no constituye referencia lícita hacia el desempeño de un oficio sobre otro, echando a tierra el obsoleto binomio de sexo fuerte versus sexo débil; y que lo que algunos consideran absoluto es totalmente relativo.
Lo cierto es que la equidad entre hombres y mujeres no puede registrar a medias los derechos, de ahí la necesidad de que tanto ellas como ellos asuman la responsabilidad de hacer de la igualdad una práctica consciente.
En ningún caso será permisible la discriminación o el maltrato de hombres sobre mujeres, es preciso educar para la correspondencia genuina, creando lazos hacia el consenso. Poseemos la misma predisposición para explotar las capacidades intelectuales y emocionales, por lo que se impone cambiar mentalidades que conduzcan a la reinterpretación de la realidad actualmente estructurada, y al alcance, definitivas y verdaderas, de la plena igualdad entre mujeres y hombres.


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