martes, 21 de enero de 2014

Haydée Santanamaría: cubana y universal




Cuando Cuba celebra todavía el natalicio 90 de Haydée Santamaría, puesto que una jornada (la del 30 de diciembre, no es espacio suficiente para homenajearla, por su extraordinaria impronta como cabal  revolucionaria y mujer imborrable, la traigo a colación en este comentario; considerando de antemano que las luces legítimas del amanecer jamás podrán ser cegadas por la muerte, y ella es una.
Guerrillera e intelectual se nos descubre Haydée; en el Moncada, la clandestinidad, en la lucha en la Sierra y el llano, el exilio y en Casa de las Américas, venciendo dolores terribles que lastraron por siempre su vida, pero repleta de amor, del que bebió su obra infinita al frente de la prestigiosa institución cultural y su paso por la vida, corto pero fecundo, vibrante y especial.
Quienes la conocieron en sus avatares cotidianos dan fe de su extraordinaria impronta para la Revolución, ya que estuvo vinculada a todos los momentos importantes de esta, y en especial para la Cultura Cubana.
En apretada síntesis y para hablar de su hidalguía solo mencionaré dos páginas de su extensa biografía: el asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953 y la fundación de Casa de las Américas en abril de 1959.
En el primero, fue la encargada de trasladar las armas hacia Santiago de Cuba para el ataque, y durante el mismo, su misión consistiría en tomar el Hospital Saturnino Lora para atender a los heridos. Al fracasar la acción, Haydée fue detenida; para hacerla hablar le mostraron los ojos de Abel, su querido hermano, y pese al desgarrador método, no pudieron sacarle ninguna información, su respuesta fue “Morir por la patria es vivir”. En el segundo, se convirtió en hacedora de una institución cultural que sería, hasta nuestros días, emblema entre los intelectuales y críticos de todo el orbe.
A Yeyé, como le llamaban sus más cercanos, le debemos ese movimiento sin par “la Nueva Trova”, que convirtió diarismo en canción y poesía, para regalarnos en letra y música una excelsa mirada a la realidad de los tiempos fundadores de una faena común; de ahí que la denominen “madre”.
Aseguran que en Casa de las Américas, la que instituyó y quiso profundamente, parece estar aún viva. En sus pasillos se respira su aire, dicen; y eso la convierte en algo así como un talismán para todo creador que hasta allí llega, entregando su arte, para Cuba, las América y el mundo.
Cubana y universal, Haydée Santamaría nos llega virtuosa, heroína de la Patria, sencilla y modesta, cual flor, mariposa leona, que conquista y vence, gladiadora de la vida que renace en las nuevas generaciones de intelectuales, de mujeres luchadoras por el presente y el futuro, empeñadas en el mejoramiento humano.





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