Por: Idolkis Arguelles
Berdión Foto: Tony Pupo
Los pasillos y
aulas de la Universidad Médica
de Guantánamo son testigos del crecimiento profesional y humano de la doctora
en Ciencias de la Salud,
Anselma Betancourt Pulsán; una mujer que
encuentra sosiego en el trabajo e identifica a la familia como lo más
importante.
No por
casualidad, le fue otorgado el sello aniversario 70 de la Central de Trabajadores de
Cuba, un reconocimiento a su desempeño laboral sobresaliente durante 30 años en
el sector de la Salud.
“Yo vengo de
una familia de obreros, de trabajadores, de gente en las que el trabajo es un
don”, dice con voz sentida, esa que sale a borbotones del corazón porque en él
encuentra el espacio predilecto.
“Cada día que
pasa es un día que podemos hacerle un bien al que está al lado, hacerle un bien
al prójimo”, apunta.
Un referente
de perseverancia en el campo de la investigación científica, la docencia y
asistencia médica, la también presidenta de la Sociedad provincial de
Sociedades Científicas de la Salud
y autora de múltiples investigaciones sobre el alcoholismo, el tabaquismo y
otras drogodependencias, ha representado al terruño local en eventos
internacionales con sede en más de 20 países, incluyendo los Estados Unidos,
Italia y Francia.
Plenamente agradecida,
sin formulas prediseñadas pero con un apegado sentido de la responsabilidad,
descubre con el hacer un torrente pródigo de ideas, y en cada ponencia, entrega
la constancia y la fe de volver a actuar para transformar actitudes.
Los estudios que
le permitieron alcanzar los títulos de Master en Ciencias experta en Drogodependencia
–SIDA y Salud Ambiental, así como la categoría docente de Profesora Titular y
de Especialista en Fisiología de Segundo Grado, hablan por sí solos de la
constancia de esta espontánea guantanamera, distinguida por el símbolo de la
ciudad del Guaso, “La Fama”,
por sus encomiables aportes al desarrollo científico y sociocultural del
territorio.
“No hay ningún
logro, no hay ninguna meta, no hay ningún triunfo que podamos tener que no sea
gracias a la ayuda de todos los demás. No trabajamos en función de ningún
reconocimiento en particular, traemos todo un acervo familiar y social de
trabajo.”
Sencilla,
locuaz, apegada al estudio y a la ética, sin metas imposibles por conseguir,
reconoce a la vida como un regalo de dios y por ello trabaja por su
preservación desde la ciencia, la atención y asistencia médica y la formación
de nuevos galenos.
“Lo primero es
el amor al paciente, el amor, el amor, el amor, el amor, el amor en el sentido
amplio de la palabra. Hacer las cosas bien, y de eso me he nutrido, de los
profesores que me han formado, y me sigo nutriendo del colectivo de compañeros
que me acompañan cada día en el trabajo, porque hacemos las cosas, o tratamos
de hacer las cosas bien hechas, y con amor.”
El tiempo deja
la impronta indeleble del conocimiento aprehendido. La doctora Anselma Betancourt
Pulsán siempre encuentra el espacio para ser compañera y doctora, conquistando
cada día la voluntad de ser mejor.
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