Por: Idolkis Arguelles Berdión
Hace unos días, autoridades del Partido y representantes
de organismos políticos y de masas, familiares y colegas de los colaboradores
guantanameros que prestaban servicios en el enfrentamiento a la epidemia de
Ébola en Sierra Leona le daban la bienvenida a los internacionalistas a su
llegada al territorio.
Los salones de protocolo de Plaza de la Revolución Mariana
Grajales fue el escenario que permitió el anhelado encuentro.
En un instante le regalaron muchos abrazos, y en ellos,
quedó el cariño de todo un pueblo que los admira como héroes posibles, esos que
no son construidos como figuras casi inaccesibles de tanta perfección, sino
como las personas comunes que por sus acciones ganan el reconocimiento de
pueblo, como tales.
Los colaboradores guantanameros que prestaban sus
servicios en el enfrentamiento a la epidemia de Ébola en Sierra Leona regresan
a su terruño natal con el deber cumplido, y las anécdotas son miles que se
agolpan.
Julio Ruiz, uno de ellos, expresa escasas palabras, Joel
Poumier, extremadamente nervioso, habla con el corazón y parece faltarle el
aire; por el contrario, Francisco Benítez, muy locuaz, tuvo a su cargo el mensaje
en nombre de sus compañeros y el suyo propio.
Pasados unos días, por las responsabilidades laborales
y el empuje del diarismo de una casa, tengo la deuda de compartir por esta vía
la alegría de entonces, y de alguna manera me sentiré mejor.
Los enfermeros de Baracoa Joel Poumier y Julio Ruiz y
el economista guantanamero Francisco Benítez conformaron el segundo grupo de
colaboradores del Alto Oriente que contribuyeron a la lucha contra el Ébola en
África Occidental y que ya están de regreso a la Patria; primero lo hicieron
los que permanecían en Liberia, y pronto llegarán los de Guinea Conakry; para
ese entonces prometo ser más inmediata.
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