Por
Idolkis Arguelles Berdión
Tengo la suerte de vivir en un país donde no temo ser
golpeada, apresada o formar parte de la lista de muertos por el simple hecho de
ejercer periodismo; y no se vayan a equivocar los ilusos que llenan sus
artículos de palabras vacías, escasas de sentido y autócratas en un mundo cada
vez más desigual, defensores de una fantasmal libertad de prensa que en verdad
ni conocen, ni conocerán.
La prensa siempre responderá a intereses, los del
dueño del medio, los del partido a que representa o los de la clase que está en
el poder, tres elementos que significan la misma cosa, que en lenguaje
periodístico no es noticia sino fiambre, aunque muchos retomen permanentemente el mal llevado, traído y
polémico término: “libertad de prensa.”
Soy de las que pienso que hacer periodismo demanda de
una incalculable responsabilidad, si es serio y apegado a la verdad, claro
está. Y el reto diario está en hacerlo asequible, analítico; con lenguaje
sencillo pero hermoso, que se parezca a la gente que espera con inquietud al
periódico, o al noticiero radial o televisivo y encuentre en ellos lo que
necesita y sienta una gran satisfacción porque estará ahí la noticia y la
información imprescindibles, pero también sus problemas, con matices, alejado
de lo superfluo porque así es su realidad.
Por esencia el periodista debe ser un analista
social, comprometido y audaz, capaz de lidiar con los más disímiles puntos de
vista. Le debe acompañar la ternura para admirar todo lo bueno y bello que
luego contará en una historia; la veracidad, para el tratamiento de los
asuntos, por sencillos o complejos que sean; poder de síntesis, garantía para
decir en breve tiempo o espacio, mucho; capacidad para el diálogo, la escucha y
la proposición, e inteligencia y valentía para defender lo que escribe o dice.
El 14 de marzo de 1892, el Héroe Nacional Cubano,
José Martí, fundaba el periódico Patria; idea brillante que contribuyó en gran
medida a la formación del pensamiento revolucionario de este país y un arma de
lucha de extraordinario valor que propició aunar voluntades por la causa de la
independencia de Cuba.
En homenaje a ese acontecimiento, los periodistas de la Mayor de las Antillas celebramos cada 14 de marzo el Día de la Prensa Cubana,
momento especial para pasar revista a lo logrado pero sobre todo para trazar
estrategias para el trabajo futuro.
“Para juntar y amar, y para vivir en la pasión de la
verdad, nace este periódico”, dijo Martí refiriéndose a Patria, y a la
distancia de 118 años de su creación, los periodistas cubanos continuamos
apostando por la extraordinaria frase e indiscutible enseñanza.
Desde la apertura de Patria y hasta nuestros días, la
labor del periodista y la prensa cubana asume el mismo rol, tal como el soldado
que ofrece su vida si fuese necesario a su servicio, al que la patria cobija en
su seno, como un hijo indispensable, que le venera y honra. Mientras los
grandes monopolios capitalistas de la información venden una manipulada realidad,
el hacer de la prensa cubana es mucho más sublime, la de acompañar al pueblo en
su lucha por continuar construyendo el destino escogido por él, el primero de
enero de 1959.
Desde el periódico, la radio, la televisión o la Web, Cuba y su gente se avivan,
abiertos al diapasón de un público exigente e instruido que confía en sus
medios de comunicación, aún cuando algunos dediquen innumerables esfuerzos para
esconder la incuestionable realidad, nuestra realidad.
La Prensa cubana tiene el reto ante sí de parecerse cada vez
más a su gente. Lograrlo es una tarea diaria.
A los colegas, que día a día hacen de la palabra, el
micrófono o una imagen un momento especial, de inmenso compromiso y entrega a
su pueblo: gracias, y muchas felicidades.
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