Por: Idolkis
Arguelles Berdión Comentario
Los cubanos tenemos
el privilegio de exhibir sin dudas los mejores indicadores educacionales de
toda Latinoamérica, comparables y superiores algunos a países del primer mundo.
Desde temprana
fecha de la historia, la paradigmática frase martiana “Ser cultos es el único modo
de ser libres” marcó el futuro de un pueblo que rompió por siempre los nudos
del analfabetismo y la ignorancia, para avanzar victorioso por el camino hacia
una verdadera cultura general integral.
Es aquí donde
quiero detenerme; sucede que no basta tener instrucción si nuestro
comportamiento social no respalda con creces todo el esfuerzo que por tantos
años se nos ha entregado a todos en materia de estudios, conocimientos y
formación. La manera en que nos conducimos es la expresión concreta de lo que
somos.
¿Cómo entender
entonces el penoso comportamiento de algunas personas que hacen común el uso de
un vocabulario inadecuado, donde prolifera el mal gusto y la chabacanería? ¿Qué
decir de los que irrespetan la tranquilidad en el barrio o en cualquier otro
espacio público? ¿Hacia dónde van las más elementales normas de educación y la
disciplina moldeada con esmero por la
escuela cubana?
Hay fisuras y hay
que corregir, pero sin dudas son solubles; y en tal sentido, la familia como
célula fundamental de la sociedad tiene que tomar carta en el asunto, tristemente
muchas veces se desentiende del problema y sus responsabilidades las delegan a
otros. Los tiempos que corren exigen de orden, disciplina y control en todos
los sentidos, por lo que habrá que tomar medidas enérgicas, eficaces y ágiles,
si queremos arrancar el mal de raíz.
El llamado nos
ocupa a todos.
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